Capitulo 9- A Dos Pasos del Infierno

Bueno, primeramente FELIZ 2011 A TODO EL MUNDO, en fin, queria haber hecho una ultima entrada especial de fin de año pero no pudo ser. Una buena noticia es que ya he recuperado mi internet de siempre, para celebrarlo os dejo el siguiente capitulo de A Dos Pasos del Infienro que seguro no os dejara indiferentes, y para rematar un BookTrailer de Adagio hecho por mi, no esta demaisado bien por que no pude descargar videos y tuve que hacerlo con fotos, pero hare uno mejor, lo prometo. Espero que lo disfruteis y estos dias me ire poniendo al dia con vuestros regalos y demas...
Por cierto, como ya os habreis dado cuenta ha habido un cambio en el diseño de la pagina, no os asusteis, de vez en cuando me dan venazos y hago cambios radicales, podeis mostrar vuestra opinion, ¡Buen Karma! :D


Capitulo 9- A Dos Pasos del Infierno
Abrí los ojos y me estiré, acto seguido noté un dolor en el pecho, me puse en pie, la cadena me pesaba, algo extraño ya que supuestamente al estar en ese formato y no en el formato de la espada no debería notar absolutamente nada. Aquello quería decir que estaba perdiendo más energías, lo que a su vez significaba que la maldición iba en aumento.
Noté algo extraño en mi cuerpo, eso que al parecer la gente llama un nudo en el estómago, odiaba la sensación, Sandro y yo debíamos buscar un solución de inmediato.
Acordándome de él me giré, pero ya no estaba, aunque al observar donde él había estado durmiendo me pareció como si el contorno de su silueta hubiera quedado grabado sobre las tejas negras, sonreí, y a la milésima de segundo de haberlo hecho deje de hacerlo, pero, ¿qué me estaba pasando? Primero se me caía una lágrima y después sonreía por algo tan absurdo como aquello, definitivamente iba a volverme loca.
Caminé hacia la chimenea y abrí la trampilla que me hacía descender hasta el interior de aquella casa/iglesia, el vello de la piel se me erizó de nuevo al notar aquel escalofrío, pero ya me había casi acostumbrado.
-¿Sandro?-Llamé al ángel cuando no vi a nadie en la humilde cocina gris.
-Carina.-El ángel apareció por la puerta seguido de JB, ambos parecían apresurados, pero me extrañó que en la cara de Sandro no hubiera ni un atisbo de vergüenza por lo de la otra noche.-Jean-Baptiste me ha dicho que puede ayudarnos.
-¿A sí?-Dije, poniéndome de puntillas para verle la cara a JB y alzando una ceja.-¿Cómo?
-Bueno, no yo exactamente.-Contestó, sin ningún temblor en la voz, al parecer no me tenía miedo.-Pero conozco a alguien que sí puede ayudaros, además no tendréis que viajar mucho.
-¿Dónde es?
-En Cannes, no muy lejos de aquí.
-Bien.-Pero antes de rendirme del todo pensé en otra cosa.-Solo digo que no pienso volver a meterme en otra iglesia.
JB sonrió de oreja a oreja.
-Tranquila, no lo harás.

Después de habernos despedido de JB partimos hacia Cannes, la verdad es que Francia no me gustaba, era un país demasiado empalagoso, y mientras volábamos lo pensaba, debía notárseme en la cara.
-Con suerte coincidiremos con el festival de cine y vemos a algún que otro famoso.-Sandro se reía.
-Odio a los famosos.-Dije.-De los humanos son a los que más odio, creen que de verdad pueden tenerlo todo.
-Veo que tienes experiencia.
-Dos meses saliendo con uno.
-Bueno, es todo un récord, yo no duré más de una semana y media.-Miré a Sandro, estaba claro que no se podía decir que “saliésemos” con ellos, si no que simplemente nos divertíamos, pero con nosotros me refería a los demonios, y Sandro era un ángel, ellos no hacen esas cosas, y menos con personajes reconocidos en el mundo mundano.
-¿Tú? ¿Y con quien si puede saberse?-Sandro sonrió de oreja a oreja.
-Megan Fox.
-¿La chica de la peli de robots?
-Exactamente, la conocí en el estreno de Transformers alzó los ojos al cielo con expresión de añoranza.-Que noche aquella…
-Vale, silencio, no quiero oír más.-Contesté mientras aceleraba la velocidad.
-¿Qué pasa? ¿Quieres la revancha?-Me gritó Sandro a mis espaldas, yo aceleré un poco más y me di la vuelta para verle.
-¿De verdad crees que serás capaz de ganarme sin usar esa cosa?-Le mostré mi sonrisa más socarrona, le había obligado a dejar la tabla en la casa de JB, no estaba dispuesta a aguantar verle juguetear con ese aparato todo el viaje.
-¿Acaso lo dudas?
-¡Demuéstramelo!
En cuanto dije esas palabras Sandro salió disparado y pasó por mi lado mientras dejaba una pequeña estela blanca a su paso, solté un carcajada y lo seguí, volábamos a varios metros sobre la tierra, por encima de los edificios, teníamos suerte de que fuese de día ya que así nuestras estelas se confundían con el cielo, porque, de otro modo, por la noche es más fácil visualizarlas, los humanos las llaman estrellas fugaces.
Alcancé a Sandro y le di un fuerte empujón con la intención de desequilibrarlo, aunque no tuve demasiado éxito, el ángel soltó una fuerte y sonora carcajada.
-¿Dónde vamos?-Grité por encima del sonido del viento.
-¿Por que?
-No vas a distraerme otra vez.
Sandro sonrió y a continuación me gritó la dirección exacta de la casa que debíamos visitar, aceleré el ritmo y Sandro hizo lo propio. Al cabo de unos kilómetros descendí y serpenteé las pequeñas casas de la ciudad, cuando pensé que le había cogido un poco de ventaja a Sandro vislumbré una pequeña parcela verde a tan solo unos metros de la calle de nuestro destino. Amainé poco a poco la velocidad y me posé sobre ella, a continuación me giré para observar como llegaba Sandro.
-¡Gane!-Anuncié, entonces el ángel sonrió picarón y se me tiró encima.
-¡De eso nada!
-¡Pues claro que si!-Le repuse mientras notaba el peso de su cuerpo sobre el mío, ambos forcejeabos intentando sobreponernos al otro, hasta que el agotamiento nos pudo y Sandro quedó tendido sobre mí.
Ambos soltamos aire, su rostro estaba alarmantemente cerca de los míos, tanto que notaba como su aliento frío golpeaba suavemente mi piel encendida, no pude evitar que mis ojos se fijaran es sus labios, y por un instante los desearon, desearon besarlos y notar su presión sobre los míos, probarlos y probar su sabor, su esencia, solo por un instante.

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