¡De vuelta! - Capítulo 19 A Dos Pasos del Infierno







Lo se, lo se, han pasado ¿cuánto? ¿tres años mas o menos? Se que he estado más que desaparecida pero he de decir que ha sido por un buen motivo y es que los estudios ocupan prácticamente todo mi tiempo durante el invierno y que en verano solo quiero descansar.

Pero estos días he releído algunas entradas del blog y me he dado cuenta de que muchas de vosotras aún os pasáis por aquí y he recibido algunos emails (que por fin he contestado) pidiéndome que vuelva a publicar, así que me he dicho ¿por que no? Y aquí estoy.

Supongo que todas os estáis preguntando que pasó con la publicación de A Dos Pasos del Infierno, ¿se publicó? ¿lo publicarán? Pues he de deciros que por desgracia no, el tema de la publicación requería demasiado tiempo y atención que yo no me podía permitir así que se quedó en tan solo un proyecto. ¿La buena noticia? Que voy a seguir subiendo capítulos para que podáis acabar de leer la historia.

Por desgracia cambié de ordenador y perdí los últimos capítulos, pero tranquilas, me acuerdo de gran parte de las cosas y voy reescribirlos.

Así que, sin mas dilación aquí os dejo el siguiente capítulo de A Dos Pasos del Infierno.

Se que habéis echado de menos a Sandro ;)

PD: Le he hecho un cambio de look al blog, ¡espero que os guste!


Capítulo 19


Sandro abrió los ojos, tenía toda la cara llena de harina, me lanzó su mirada asesina, yo reí, aún me quedaban restos de harina en la mano así que decidí restregarla por la única camiseta azul que le valía de Neutro. Él, tranquilamente, miró su camiseta sucia para después volver a alzar la vista.
-Si yo fuera tú empezaría a correr.- Volví a reírme antes de girarme para comenzar a correr alrededor de la mesa. Sandro me seguía, no sabía qué era lo que planeaba tirarme por eso yo me preocupaba de correr por toda la cocina.
En un momento dado volví a mirar hacia atrás, el ángel ya no me seguía, era obvio que no podía haber ido muy lejos pero en cuanto volví a darme la vuelta un ola de harina me cayó sobre la cabeza.
Sandro estaba delante de mí, sujetando el saco de harina vacío sobre mi cabeza, abrí la boca y me miré; estaba toda cubierta por una capa blanca, Sandro soltó una carcajada.
-¡Qué pastel tan apetitoso!
Rápidamente agarré tres huevos de los que nos habían sobrado y le lancé uno de ellos, él lo esquivó y el huevo fue a parar a la puerta de unos de los armarios. Yo ya preparaba el siguiente huevo cuando vi un mar de leche volando en mi dirección, me aparté como pude y sin dudarlo le lancé el segundo huevo que le dio en pleno pecho y casi en el acto un bola de chocolate líquido me golpeó el hombro.
En lugar de preocuparme por la mancha encontré con la mirada un bote de salsa de tomate que habíamos sacado encima de la encimera, corrí en esa dirección y Sandro hizo lo mismo, pero cuando ambos llegamos y yo estiré el brazo para agarrar el bote él me agarró y me puso contra la nevera, apretando su cuerpo contra el mío.
Ambos respirábamos entrecortadamente y nuestros rostros estaban muy cerca, tanto que nuestras narices se tocaban, Sandro agarraba el brazo con el que iba a coger el bote, de modo que levanté la otra mano para tocar su rostro y lentamente avancé hasta tocar su cabello, sentía algo en mi interior, algo que probablemente era emoción, él bajó la mano hasta colocarla sobre mi espalda, lo miré a los ojos y sonreí antes de que él pudiera decir o hacer algo me acerqué más a él y le partí el huevo sobre la cabeza.
Cerró los ojos y me soltó, llevándose las manos a su cabello dorado, ahora lleno de clara de huevo, la yema cayó a sus pies cuando inclinó la cabeza, solté una carcajada.
-Eres…-comenzó.
-¿Adorable?
-Iba a decir irritante.
-Pero si no te me puedes resistir,-dije, provocándolo- no hacías más que ponerme ojitos de melocotón. Reconócelo, te morías por besarme.
-Nunca.-Sonrió y yo estiré los labios y empecé a lanzar besitos ruidosos al aire.
-¡Carina, Carina! ¡Bésame, por favor!
-Te voy a…-Sandro salió corriendo en mi dirección y antes de que pudiera reaccionar me agarró, ambos resbalamos con los huevos y la harina y caímos al suelo.
El cayó sobre mí, debido a los efectos de la maldición noté su peso sobre mis costillas, dolía. Él se dio cuenta, se movió hasta que yo quedé sobre él. Le miré, esta vez no había huevo y no eran solo sus labios los que pedían algo a gritos.
-¿Pero qué coño…?
Nos giramos, Neutro estaba en el umbral de la puerta.

Me giré otra vez sobre la cama, el hecho de que determinadas posiciones se me hicieran incómodas seguía haciéndoseme raro. Miré por la ventana, la luna iluminaba toda la habitación con un tenue resplandor plateado, estar encerrada en esa casa se me hacía cada vez más pesado, yo estaba acostumbrada a hacer lo que quisiera y cuando quisiera sin tener que pedirle permiso a nadie.
Me apuntalé sobre los codos y continué mirando por la ventana, las estrellas se veían un tanto lejanas, nada que ver con la de veces que las había visto cuando dormía en cualquier sitio con Sandro. Miré a la puerta cerrada y después otra vez por la ventana, Neutro nos había castigado después de habernos hecho limpiar toda la cocina, sonreí y me levanté.
El pasillo estaba a oscuras y mi vista empezaba a ser algo más humana de lo normal pero sabía de sobra donde estaba la habitación, mientras atravesaba el pasilla pensé en la suerte que tenía que el suelo fuera de moqueta ya que no hacía ruido cada vez que daba un paso. Cuando llegué me detuve frente a la puerta de madera blanca, posé la mano sobre el pomo y lo hice girar.
El interior era exactamente igual que mi habitación y estaba iluminado de la misma manera, tan solo por la luz nocturna. Sandro estaba tumbado en la cama sobre un costado, mirando al otro extremo de la habitación y al parecer dormido, me acerqué lentamente por la espalda y agaché la cabeza hasta casi rozar la suya.
-Ya no eres tan silenciosa como antes.- Alcé la cabeza y Sandro se giró, mirándome con esa sonrisa picarona en el rostro.- ¿Qué haces aquí?
-No podía dormir.-El ángel se sentó y me miró, preguntándome con los ojos.-Estoy harta de estar encerrada.
-Bueno, ¿y qué quieres hacer?-Sandro se encogió de hombros.
-Salgamos.
-¿Salir?-Se acercó a mí como si hubiese sugerido secuestrar al presidente de los Estados Unidos.-Neutro nos mataría.
-¿No lo hace eso más divertido?
El ángel se lo pensó un par de minutos, rascándose la cabeza y yo empecé a impacientarme, así que decidí acelerar el proceso.
-No me digas que le tienes miedo a Neutro, creía que tú eras de los que se saltaban las normas, ya sabes, un ángel rebelde.
-Voy a pasar por alto ese comentario y voy a ir contigo, pero solo porque también estoy harto de estar aquí metido.
-Bien, vámonos pues.
Como ambos habíamos descansado lo suficiente decidimos salir por la ventana y atravesar una corta distancia sobrevolando los tejados de las casas, todas iguales por cierto, eso sí intentamos que nadie nos viese. Cuando empezamos a notar el cansancio decidimos volver a casa, pero no a la habitación.
Descendimos despacio y los dos nos sentamos sobre las tejas marrones y nos posamos sobre ellas de forma delicada, intentando no hacer demasiado ruido ya que, si Neutro se despertaba, la charla estaba asegurada.
-¿Crees que algún día recordaremos algo?-Le dije a Sandro mientras observábamos la pequeña ciudad.
-Bueno, ya hemos recordado algunas cosas útiles.-Le miré alzando las cejas.
-Me refiero a algo que nos lleve a alguna parte.
Él suspiró y volvió la cabeza de nuevo, hacia el oscuro horizonte y yo hice lo propio, nos dedicamos a observar los tejados de las casas una vez más, la luna los alumbraba volviéndolos de un color casi plateado, casi parecía un mar de plata, donde las tejas eran las olas y las chimeneas el lugar donde éstas rompían.
-Últimamente tengo el alma en los pies.-Dijo Sandro, estirándose. Yo bajé la vista hasta mis manos.
-Supongo que eso es lo que nos diferencia, ¿no? El alma.
Sandro se acercó un poco a mí, colocó su dedo índice bajo mi barbilla para alzarme el rostro y así mirarme a los ojos.
-Daría mi alma con tal de volver a enamorarme.
No aparté, la mirada, no pude, y no fue únicamente porque su contacto me lo impidiese, era como si sus ojos supiesen ese significado oculto que guardaban sus palabras.
Se acercó un poco más, nuestras narices se rozaban y nuestros alientos ya se mezclaban. Estábamos muy cerca.

Quizá demasiado cerca.

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4 comentarios:

  1. 😍😍😍😍😍 Síiii ya estás de vuelta. Os echaba ya de menos. 😢 Creo que más de una estamos dando saltos de alegría 😚😚😁

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    1. ¡Me alegro! Espero que podais volver a engancharos a la historia! :) ¡Y que la disfruteis!

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  2. ¿Puedo preguntar para cuando va el próximo o es demasiado pronto? Gracias por continuar con tu historia Lau:)

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    1. Puede que el proximo lo suba mañana lo mas seguro ^^

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