Sorpresa+Premios+Noticias+The Guardians
Bueno la verdad es que ando con el tiempo justo para la entrada, asi que lo siento si tardo mas en leer entradas, historias o contestar comentarios. Bueno empecemos que tengo que volver a estudiar (si ya lo se, malditos profes)
¡Sorpresa!
En fin, en primer lugar, LA SORPRESA HA SIDO REVELADA, Lydia, Alina y Lucia (que luego me reprochan) han comenzado un proyecto, un rinconcito llamado CLUB DE FANS DE A DOS PASOS DEL INFIERNO, os recomiendo a todos los fans de la historia que os paseis por el y lo afilieis ya que a partir de ahora probablemente os enterareis de las novedades de todo por ahi antes de por este blog (y se acercan noticias realmente jugosas).
Premios
Nos han dado dos premios. Este primero de Vero y Alina, en el que tengo que revelar 7 cosas sobre mi.
7 cosas acerca de mi:
¡Sorpresa!
En fin, en primer lugar, LA SORPRESA HA SIDO REVELADA, Lydia, Alina y Lucia (que luego me reprochan) han comenzado un proyecto, un rinconcito llamado CLUB DE FANS DE A DOS PASOS DEL INFIERNO, os recomiendo a todos los fans de la historia que os paseis por el y lo afilieis ya que a partir de ahora probablemente os enterareis de las novedades de todo por ahi antes de por este blog (y se acercan noticias realmente jugosas).
Premios
Nos han dado dos premios. Este primero de Vero y Alina, en el que tengo que revelar 7 cosas sobre mi.
7 cosas acerca de mi:
1. Puedo ver la misma peli 50 si me gusta realmente.
2. Cada vez que escucho una cancion me invento historias que tienen que ver con la letra.
3. Cuando me voy a dormir recuerdo todas mis historias como si fueran una pelÃcula.
4. Me encanta comer piruletas.
5. Amo emocionarme con mis amigas por cualquier chorrada.
6. Puedo comer palomitas hasta reventar.
7. Lloro de emocion por cualquier chorrada.
Se lo doy a todos los seguidores de este blog!
Y este premio es de Violet, muchisimas gracias!
Noticias
Ahora sigamos con las noticias, la primera es que he contactado con Cassandra Clare, si si con la autora, y resulta que(agrarraos...) es posible que Magnus o Alec mueran en Ciudad de Angeles Caidos, si si, como lo leeis, la verdad es que no se nada mas. Además Will dira en el proximo libro (clockwork prince): "I would die for you..." en fin habra que esperar...
Lo siguiente es que estoy en proceso de contactar con Alex Pettyfer y que lo primero que pienso decirle es que quiero que interprete a Jace.
Bueno esto es todo. Ahora os dejo el capitulo 2 de The Guardians.
CapÃtulo 2- La corona de la reina
La música sonaba por los altavoces con fuerza alternando de la tÃpica música tecno a la tÃpica música rock que solo yo conocÃa. Tamborileé los dedos durante el semáforo en rojo mientras observaba el Jeep torcer la esquina que daba a mi casa. Más bien a mi mansión. Me encantaba, y disfrutaba al ver la envidia reflejada en los ojos de los visitantes. Por fin la luz verde se iluminó y pude pisar el acelerador a fondo.
Atravesé el pasillo principal y dejé caer la bandolera tras el perchero de oro que se sostenÃa junto a la puerta. Alguien se encargarÃa de colgarla. Anduve con paso decidido hasta el ascensor con el fin de subir a la planta de arriba cuanto antes posible. Llamé varias veces seguidas al botoncito y finalmente me separé de la puerta al oÃr el repiquetear de los botines de Lauren pisando las escaleras de mármol blanco.
Atravesé el pasillo principal y dejé caer la bandolera tras el perchero de oro que se sostenÃa junto a la puerta. Alguien se encargarÃa de colgarla. Anduve con paso decidido hasta el ascensor con el fin de subir a la planta de arriba cuanto antes posible. Llamé varias veces seguidas al botoncito y finalmente me separé de la puerta al oÃr el repiquetear de los botines de Lauren pisando las escaleras de mármol blanco.
-¡Lauren!- alcé la voz para llamar su atención pero paré en seco al ver al musculitos junto a mi hermana. La joven era delicada, de piel clara y ojos de zafiro. Sus cabellos rubios resbalaban hasta media espalda en un rÃo de ondulaciones brillantes. La tÃpica joven americana, la tÃpica princesa de cuento, enamoradiza y romántica. No pegaba nada con ese cabrón.
Ella alzó las cejas con elegancia.
-Qué quieres- murmuró en tono condescendiente.
Vacilé, uno por el tono tan repipi que habÃa usado y dos porque él estaba delante. Suspiré y retorcà los dedos. Callé por cortesÃa y respeto a su novio, capaz era de soltarle cuatro cosas bien dichas sobre Diuke estando él delante.
-Nada, hablaremos luego – mi voz no habÃa mostrado más afecto que el que habÃa mostrado la suya.
Finalmente bajé la mirada a la puerta del ascensor que comenzaba a abrirse y me sumergà en su interior pensando cómo podÃa pasar la tarde del martes. Las puertas se abrieron y de forma automática me dirigà a mi habitación. Salté sobre el edredón de plumas y deslicé mis manos sobre el teclado del móvil con rapidez y elegancia. No me apetecÃa hacer nada. Extraño en mÃ. Pero igualmente iba a llamar a Adam para quedar. Esperé paciente a que sonara el pitido dos veces y después reconocà el sonido al otro lado del interfono.
Ella alzó las cejas con elegancia.
-Qué quieres- murmuró en tono condescendiente.
Vacilé, uno por el tono tan repipi que habÃa usado y dos porque él estaba delante. Suspiré y retorcà los dedos. Callé por cortesÃa y respeto a su novio, capaz era de soltarle cuatro cosas bien dichas sobre Diuke estando él delante.
-Nada, hablaremos luego – mi voz no habÃa mostrado más afecto que el que habÃa mostrado la suya.
Finalmente bajé la mirada a la puerta del ascensor que comenzaba a abrirse y me sumergà en su interior pensando cómo podÃa pasar la tarde del martes. Las puertas se abrieron y de forma automática me dirigà a mi habitación. Salté sobre el edredón de plumas y deslicé mis manos sobre el teclado del móvil con rapidez y elegancia. No me apetecÃa hacer nada. Extraño en mÃ. Pero igualmente iba a llamar a Adam para quedar. Esperé paciente a que sonara el pitido dos veces y después reconocà el sonido al otro lado del interfono.
-¿Marsha?- parecÃa contento. Y más feliz se iba a poner cuando le dijera para quedar.
-¡Adam!- contesté animosa- ¿qué haces a las siete?
-Tengo entreno de béisbol ¿por qué?
-Me preguntaba si podrÃamos hacer algo, salir…cualquier sitio va bien- arrugué la nariz mientras dibujaba con la yema de los dedos el estampado del edredón pendiente de una respuesta.
-Esto…, no sé si voy a poder. Mañana tenemos partido.
-Esto…, no sé si voy a poder. Mañana tenemos partido.
Puse los ojos en blanco.
– ¿Estás seguro de que no puedes faltar al entreno? Mi madre organiza una de sus cenas y será un aburrimiento si no estás. Ya sabes lo que pasa cuando me aburro, las cortinas se queman accidentalmente- sonreà al recordar aquel dÃa. No lo habÃa hecho aposta pero igualmente habÃa sido gracioso.
– ¿Estás seguro de que no puedes faltar al entreno? Mi madre organiza una de sus cenas y será un aburrimiento si no estás. Ya sabes lo que pasa cuando me aburro, las cortinas se queman accidentalmente- sonreà al recordar aquel dÃa. No lo habÃa hecho aposta pero igualmente habÃa sido gracioso.
Hubo un par de segundos en los que el silencio embaucó el otro lado de la lÃnea.
-SÃ, supongo que sÃ. Le diré al entrenador que tenÃa exámenes.
Buen chico… pensé mientras mis labios se curvaban con malÃcia.
-SÃ, supongo que sÃ. Le diré al entrenador que tenÃa exámenes.
Buen chico… pensé mientras mis labios se curvaban con malÃcia.
-Entonces serás mi cita para el baile, ¡chao!- más animada que antes colgué el teléfono y me dirigà al armario.
Abrà el enorme mueble que adornaba la pared de una esquina a la otra y busqué el vestido nuevo que me habÃa ido a comprar el fin de semana anterior. Lo descolgué de la percha con cuidado para que la seda azul marina no se arrugase. A continuación rebusqué un pañuelo fino y largo con el que adornar mi esbelto cuello y finalmente me arrodillé para escoger los botines que habÃa comprado durante el viaje a Europa. Una vez todo mi vestuario se encontraba sobre la cama le eché un último vistazo antes de darle mi aprobación. Sonreà satisfecha y me dirigà a la ducha con tranquilidad. HablarÃa con Lauren cuando regresase. Abrà el grifo y dejé el agua caer mientras me desnudaba. Estaba caliente y el vapor que humeaba desde la bañera empañaba los espejos con vaho. Respiré profundamente mientras me sumergÃa bajo el riego infinito de agua y dejaba que mi mente viajara más allá de la realidad. Me gustaba ausentarme de vez en cuando. Gracias a eso conseguÃa olvidarme de la reputación, del instituto, de mis problemas y de la cantidad de fiestas que mi madre organizaba y a las que tenÃa que asistir forzadamente mientras sonreÃa con amabilidad a toda esa gente repipi e hipócrita. Como hoy. Suspiré y ahogué un gritito histérico mientras me alejaba del chorro de agua. ArdÃa, me habÃa abrasado la piel. Salà de la ducha con rapidez y me rodeé con la toalla mientras me miraba el brazo derecho vacilante. Estaba enrojecido. Me acerqué de nuevo al grifo y sumergiendo la mano con rapidez a través del fluir del agua corté el goteo. Esta vez no me quemé, sin embargo me sorprendà al notar el agua tan frÃa. TendrÃa que llamar a un técnico. Alcé la vista y observé las manecillas del reloj que descansaba sobre la encimera de mármol. Aún tenÃa tiempo.
Abrà el enorme mueble que adornaba la pared de una esquina a la otra y busqué el vestido nuevo que me habÃa ido a comprar el fin de semana anterior. Lo descolgué de la percha con cuidado para que la seda azul marina no se arrugase. A continuación rebusqué un pañuelo fino y largo con el que adornar mi esbelto cuello y finalmente me arrodillé para escoger los botines que habÃa comprado durante el viaje a Europa. Una vez todo mi vestuario se encontraba sobre la cama le eché un último vistazo antes de darle mi aprobación. Sonreà satisfecha y me dirigà a la ducha con tranquilidad. HablarÃa con Lauren cuando regresase. Abrà el grifo y dejé el agua caer mientras me desnudaba. Estaba caliente y el vapor que humeaba desde la bañera empañaba los espejos con vaho. Respiré profundamente mientras me sumergÃa bajo el riego infinito de agua y dejaba que mi mente viajara más allá de la realidad. Me gustaba ausentarme de vez en cuando. Gracias a eso conseguÃa olvidarme de la reputación, del instituto, de mis problemas y de la cantidad de fiestas que mi madre organizaba y a las que tenÃa que asistir forzadamente mientras sonreÃa con amabilidad a toda esa gente repipi e hipócrita. Como hoy. Suspiré y ahogué un gritito histérico mientras me alejaba del chorro de agua. ArdÃa, me habÃa abrasado la piel. Salà de la ducha con rapidez y me rodeé con la toalla mientras me miraba el brazo derecho vacilante. Estaba enrojecido. Me acerqué de nuevo al grifo y sumergiendo la mano con rapidez a través del fluir del agua corté el goteo. Esta vez no me quemé, sin embargo me sorprendà al notar el agua tan frÃa. TendrÃa que llamar a un técnico. Alcé la vista y observé las manecillas del reloj que descansaba sobre la encimera de mármol. Aún tenÃa tiempo.
Bajé las escaleras con elegancia buscando a Adam en la congregación de gente que se reunÃa entre la entrada, el comedor y el salón de baile. No me sorprendió encontrarle a los pies de la escalera ofreciéndome el brazo para que le pudiese acompañar en el primer baile de la noche. Entrelacé mi brazo con el suyo firmemente y dejé que me guiase en los primeros pasos. La música sonaba lenta mientras nuestros pies se acompasaban al ritmo con facilidad.
-Estás preciosa- susurró a mi oÃdo tÃmidamente.
Sonreà y apoyé la mejilla en su hombro con cuidado mientras seguÃamos bailando.
-Tú tampoco estás nada mal esta noche.
No lo habÃa dicho por decir. Adam era atractivo, lo suficiente como para hacerme plantear la posibilidad de una pareja estable. Pero era demasiado fácil y a mà me gustaban los retos. Sin embargo su aspecto fÃsico se merecÃa un diez. Moreno, alto, facciones marcadas, ojos oscuros y penetrantes, musculatura respetable y unos labios carnosos muy, pero que muy, apetecibles.
-Te gusta torturarme, ¿eh?- susurró de nuevo en tono cansado mientras deslizaba las manos hasta mi cintura y dejaba de bailar.
Sus ojos, sÃ, esos ojos oscuros y penetrantes de los que habÃa hablado, se posaron en los mÃos y brillaron con determinación.
-Sin embargo- continuó- yo creo que es un buen momento para dar un paso más.
SonreÃ. De alguna forma me sentÃa alagada, el joven se estaba declarando y me tocaba hablar a mÃ. Acerqué mi rostro al suyo despacio, el joven estaba muy quieto y yo luchaba por mantenerme seria.
-¿Qué insinúas?- susurré contra su cálida mejilla.
Sus brazos rodearon con fuerza mi cintura haciendo que nuestros cuerpos se fundieran en uno solo. No querÃa dejarme escapar.
-Sabes que te quiero. Pero te dedicas a jugar conmigo- susurró algo tenso mientras mis labios recorrÃan su mandÃbula.
Acto seguido me separé levemente de él y le miré a los ojos con fijeza.
-Lo que yo te ofrezco no es ni largo ni estable.
Él desvió la mirada una fracción de segundo mientras torcÃa el rostro levemente. Seguà ese gesto con las pupilas. Alcé una mano y le acaricié la mejilla con delicadeza mientras alzaba las cejas, pendiente de una respuesta.
-Tú empezaste este juego y has conseguido ser coronada- sonrió, en un principio triste pero poco a poco sus labios se curvaron en una sonrisa juguetona.
Era todo lo que querÃa. Una vez me habÃa dado permiso para continuar busqué sus labios con fiereza y pasión. Fue un beso largo y apasionado, aunque cada uno correspondÃa a los sentimientos del otro de una forma diferente. Era agradable sentirle tan cerca. Poco a poco nos fuimos apartando del cÃrculo de personas mientras sus labios recorrÃan mi cuello con avidez. Me separé de él y le miré a los ojos mientras suspiraba.
-¿Estás seguro?- no entendÃa porqué pero no querÃa herirle más. Quizá fuese mejor dejarlo correr.
Él asintió mientras besaba mi muñeca y me dirigÃa escaleras arriba.
Me senté sobre él rodeando su cintura con mis largas piernas e intenté bajarme la cremallera del vestido al tiempo que él besaba las curvas de mi cuello y mi pecho, desenredando el pañuelo que rodeaba mi cuello y dejándolo caer sobre el colchón. Revolvà mis manos en su cabello una vez hube desistido a quitarme el vestido por iniciativa propia mientras disfrutaba del contacto de sus labios sobre mi piel. Sus manos volaron de mi cintura a mi espalda donde deslizaron la cremallera tanto con ansia como con delicadeza. Suspiré y me dejé caer bajo él recostada en la cama. Notaba su cuerpo musculoso sobre el mÃo y la fuerza de sus manos intentando tirar de mi vestido quitándomelo. Busqué sus labios mientras le desabrochaba los botones de la camisa, el joven deslizaba sus largos y delicados dedos a lo largo de mis muslos ya desnudos. Respiré hondo intentando quitarle la camisa del todo, segundos después él se ponÃa en pie para desasirse de los pantalones del traje. Me arrodillé sobre la cama y le ayudé a desabrocharlos con destreza y rapidez. Sonreà mientras el volvÃa a recostarse sobre mi besándome todas las curvas del cuerpo. No habÃa otro sonido que el de nuestros labios rozándose.
-Estás preciosa- susurró a mi oÃdo tÃmidamente.
Sonreà y apoyé la mejilla en su hombro con cuidado mientras seguÃamos bailando.
-Tú tampoco estás nada mal esta noche.
No lo habÃa dicho por decir. Adam era atractivo, lo suficiente como para hacerme plantear la posibilidad de una pareja estable. Pero era demasiado fácil y a mà me gustaban los retos. Sin embargo su aspecto fÃsico se merecÃa un diez. Moreno, alto, facciones marcadas, ojos oscuros y penetrantes, musculatura respetable y unos labios carnosos muy, pero que muy, apetecibles.
-Te gusta torturarme, ¿eh?- susurró de nuevo en tono cansado mientras deslizaba las manos hasta mi cintura y dejaba de bailar.
Sus ojos, sÃ, esos ojos oscuros y penetrantes de los que habÃa hablado, se posaron en los mÃos y brillaron con determinación.
-Sin embargo- continuó- yo creo que es un buen momento para dar un paso más.
SonreÃ. De alguna forma me sentÃa alagada, el joven se estaba declarando y me tocaba hablar a mÃ. Acerqué mi rostro al suyo despacio, el joven estaba muy quieto y yo luchaba por mantenerme seria.
-¿Qué insinúas?- susurré contra su cálida mejilla.
Sus brazos rodearon con fuerza mi cintura haciendo que nuestros cuerpos se fundieran en uno solo. No querÃa dejarme escapar.
-Sabes que te quiero. Pero te dedicas a jugar conmigo- susurró algo tenso mientras mis labios recorrÃan su mandÃbula.
Acto seguido me separé levemente de él y le miré a los ojos con fijeza.
-Lo que yo te ofrezco no es ni largo ni estable.
Él desvió la mirada una fracción de segundo mientras torcÃa el rostro levemente. Seguà ese gesto con las pupilas. Alcé una mano y le acaricié la mejilla con delicadeza mientras alzaba las cejas, pendiente de una respuesta.
-Tú empezaste este juego y has conseguido ser coronada- sonrió, en un principio triste pero poco a poco sus labios se curvaron en una sonrisa juguetona.
Era todo lo que querÃa. Una vez me habÃa dado permiso para continuar busqué sus labios con fiereza y pasión. Fue un beso largo y apasionado, aunque cada uno correspondÃa a los sentimientos del otro de una forma diferente. Era agradable sentirle tan cerca. Poco a poco nos fuimos apartando del cÃrculo de personas mientras sus labios recorrÃan mi cuello con avidez. Me separé de él y le miré a los ojos mientras suspiraba.
-¿Estás seguro?- no entendÃa porqué pero no querÃa herirle más. Quizá fuese mejor dejarlo correr.
Él asintió mientras besaba mi muñeca y me dirigÃa escaleras arriba.
Me senté sobre él rodeando su cintura con mis largas piernas e intenté bajarme la cremallera del vestido al tiempo que él besaba las curvas de mi cuello y mi pecho, desenredando el pañuelo que rodeaba mi cuello y dejándolo caer sobre el colchón. Revolvà mis manos en su cabello una vez hube desistido a quitarme el vestido por iniciativa propia mientras disfrutaba del contacto de sus labios sobre mi piel. Sus manos volaron de mi cintura a mi espalda donde deslizaron la cremallera tanto con ansia como con delicadeza. Suspiré y me dejé caer bajo él recostada en la cama. Notaba su cuerpo musculoso sobre el mÃo y la fuerza de sus manos intentando tirar de mi vestido quitándomelo. Busqué sus labios mientras le desabrochaba los botones de la camisa, el joven deslizaba sus largos y delicados dedos a lo largo de mis muslos ya desnudos. Respiré hondo intentando quitarle la camisa del todo, segundos después él se ponÃa en pie para desasirse de los pantalones del traje. Me arrodillé sobre la cama y le ayudé a desabrocharlos con destreza y rapidez. Sonreà mientras el volvÃa a recostarse sobre mi besándome todas las curvas del cuerpo. No habÃa otro sonido que el de nuestros labios rozándose.
Recogà mi vestido del suelo y me deslicé en su interior con rapidez. Adam seguÃa entre las sábanas con el cabello alborotado contemplándome absorto. Comenzaba a sentirme cohibida asà que gradecà el momento en el que el vestido cubrió mis curvas por completo. Me acerqué a él y recogiéndome el cabello en alto le pedà con un gesto que volviera a subirme la cremallera. El silencio no se rompÃa y comenzaba a ponerme nerviosa. ¿HabrÃamos hecho bien?
-Dime algo- susurré mientras le miraba recostado en mi almohada, sumergido en mi edredón de plumas, con el pecho al descubierto y la mirada posada en mis ojos.
-No quiero que te marches, porque en el momento en el que cruces esa puerta te habré perdido para siempre sin apenas haberte tenido.
En cuanto pronunció aquellas palabras supe que habÃa cometido un error. Esto jamás deberÃa haber ocurrido.
Y por una vez no me sentÃa bien siendo coronada. Saliéndome con la mÃa sin tener en cuenta a los demás.
Me dejé caer junto a él a una distancia prudencial, nuestros cuerpos no se tocaban y sin embargo le sentÃa tan cerca que la culpa me asfixiaba. Tras varios minutos de contemplar el techo decidà levantarme, ponerme los botines con lentitud y marcharme de la habitación. Seguramente mi madre se preguntaba donde estaba. Anduve por el pasillo intentando alejarme de la habitación lo más rápido posible. Antes de descender junto a los invitados paré frente a uno de los espejos del pasillo y me examiné. El maquillaje se habÃa corrido levemente creando sombras oscuras bajo mis grandes ojos castaños. Mis labios estaban hinchados y mi cabello rojizo desaliñado. Me pasé varias veces las manos por la melena intentando estilizarla y darle algo de volumen. Al acabar alcé una de las cejas y di mi aprobado. En seguida se me olvidó lo ocurrido en la habitación.
-Dime algo- susurré mientras le miraba recostado en mi almohada, sumergido en mi edredón de plumas, con el pecho al descubierto y la mirada posada en mis ojos.
-No quiero que te marches, porque en el momento en el que cruces esa puerta te habré perdido para siempre sin apenas haberte tenido.
En cuanto pronunció aquellas palabras supe que habÃa cometido un error. Esto jamás deberÃa haber ocurrido.
Y por una vez no me sentÃa bien siendo coronada. Saliéndome con la mÃa sin tener en cuenta a los demás.
Me dejé caer junto a él a una distancia prudencial, nuestros cuerpos no se tocaban y sin embargo le sentÃa tan cerca que la culpa me asfixiaba. Tras varios minutos de contemplar el techo decidà levantarme, ponerme los botines con lentitud y marcharme de la habitación. Seguramente mi madre se preguntaba donde estaba. Anduve por el pasillo intentando alejarme de la habitación lo más rápido posible. Antes de descender junto a los invitados paré frente a uno de los espejos del pasillo y me examiné. El maquillaje se habÃa corrido levemente creando sombras oscuras bajo mis grandes ojos castaños. Mis labios estaban hinchados y mi cabello rojizo desaliñado. Me pasé varias veces las manos por la melena intentando estilizarla y darle algo de volumen. Al acabar alcé una de las cejas y di mi aprobado. En seguida se me olvidó lo ocurrido en la habitación.
-¡Marsha!- oà llamar a mi madre desde la gran sala de estar- me gustarÃa presentarte a alguien- sonrió, aquella sonrisa falsa y distante que tanto me fastidiaba, y con un gesto del brazo introdujo a un joven en la conversación –éste es William Spencer.
¡Oh no! grité en mi fuero interno. Ya empezábamos con eso de encontrar una pareja estable. Puse los ojos en blanco tan rápido que dudé de que alguno de los dos se hubiera dado cuenta. Mi madre era una ricachona con negocios y, como es normal, querÃa que sus asuntillos y sus posesiones acabasen en buenas manos, pero por supuesto teniendo una hija como yo: demasiado despreocupada, ella insistÃa en que no podÃa salir bien parada. Por eso mismo se encargaba de presentarme a todos los jóvenes bien dotados, tanto de hermosura como de dinero. Y yo insistÃa en divertirme un rato y esperar al siguiente.
Rompiendo el hilo de mis pensamientos el joven se inclinó para besarme la mejilla mientras mi madre se marchaba satisfecha a atender al resto de los invitados.
-Me habÃan hablado muy bien de ti. Pero desde luego se han quedado cortos- sonrió después de exponer uno de los puntos de su guión ensayado anteriormente.
-Yo nunca habÃa oÃdo hablar de ti- alcé una ceja divertida mientras observaba como su sonrisa se desvanecÃa. Obviamente era mentira. El apellido Spencer era conocido por todo Nueva York. Sinceramente no me importarÃa ser la señora Spencer en un futuro, eso conllevaba joyas, dinero y viajes. Me encantaba viajar, escapar de Nueva York en cualquier momento era la mejor sensación que habÃa recorrido mis venas alguna vez.
-También me habÃan dicho que eras difÃcil de entrar- torció el rostro. Supuse que eso no venÃa de ningún guión. Al igual que advertà que tampoco era un alago. Pero no me importó, porque acababa de ver a Adam atravesar la multitud de gente en dirección a la entrada. Le miré con tristeza, el estaba serio y con la cabeza gacha atravesaba el umbral. Me entraron ganas de llorar y gritar. ¿Por qué me sentÃa tan mal? Al fin y al cabo le habÃa dado lo que él querÃa ¿no?
Era una reina sucia, materialista, superficial y ruin.
Alcé la mirada para encararme a William y en un tono impertinente le dirigà las últimas palabras que cruzarÃamos aquella noche.
-Ahora mismo no tengo tiempo para ti.
Acto seguido me escabullà dejándole allà plantando mientras notaba la penetrante e incrédula mirada de mi madre clavarse en mi nuca. Pero me daba igual, las joyas, el dinero y los viajes podÃan esperar. Adam no. Y si seguÃa con este sentimiento de culpa en el pecho me iba a acabar volviendo loca.
-¡Adam!- alcé la voz por encima de la música e intenté alcanzarle antes de que se adentrase en su limusina - ¡Adam, por favor, espera!
Salà de la mansión dando trompicones. Normalmente me gustaba ser el centro de atención pero en estos momentos preferirÃa haber pasado desapercibida.
Él se giró y esperó a que le alcanzase.
-¿Spencer no te parece aceptable? Cada vez subes más el listón ¿eh?- sonrió
-No seas tonto- reà mientras le propinaba un golpe en el hombro- Quiero hablar de lo de antes. No me siento bien. Es decir- tragué saliva con fuerza- me dijiste que he estado jugando contigo y en un principio era cierto pero nunca he tenido intención de herirte. Porque eres- callé, y sin pensarlo le abracé. El primer abrazo que me agradaba de verdad esta noche, el más sincero- dios eres el mejor amigo que he tenido nunca. Y no quiero perderte…
Entonces Adam me abrazó. Tan tiernamente como hacÃa apenas un rato. En sus brazos me sentÃa bien pero no era donde querrÃa quedarme el resto de mi vida. Nos quedamos asà unos minutos, el mayordomo del joven desviaba la mirada de vez en cuando mientras sostenÃa la puerta del vehÃculo abierta. Miré más allá a tiempo de ver como mi hermana se adentraba por la enorme doble puerta hacia el hall. Me separé de Adam despacio.
-Tengo que irme- sonreà levemente-¿sin rencores?
Él asintió sombrÃo.
Me alejaba cuando escuché la puerta de le limusina cerrarse tras de mÃ. No quise dejarlo escapar con aquella última mirada triste. Giré sobre los talones y llamé a su ventanilla. Tal y como habÃa hecho él aquella tarde. Poco a poco el cristal opaco se fue deslizando hasta desaparecer. Adam fruncÃa el ceño interrogativo. Yo introduje una mano, la apoyé en su barbilla y trayéndolo hacia mà le besé la mejilla.
-Te mereces a alguien que te quiera más que yo- sonreà ampliamente y me volvà a girar despidiéndome con la mano. Estaba de mejor humor ahora que me habÃa disculpado.
Finalmente la corona habÃa caÃdo. Una falsa reina. Mi siguiente prioridad era Lauren.
¡Oh no! grité en mi fuero interno. Ya empezábamos con eso de encontrar una pareja estable. Puse los ojos en blanco tan rápido que dudé de que alguno de los dos se hubiera dado cuenta. Mi madre era una ricachona con negocios y, como es normal, querÃa que sus asuntillos y sus posesiones acabasen en buenas manos, pero por supuesto teniendo una hija como yo: demasiado despreocupada, ella insistÃa en que no podÃa salir bien parada. Por eso mismo se encargaba de presentarme a todos los jóvenes bien dotados, tanto de hermosura como de dinero. Y yo insistÃa en divertirme un rato y esperar al siguiente.
Rompiendo el hilo de mis pensamientos el joven se inclinó para besarme la mejilla mientras mi madre se marchaba satisfecha a atender al resto de los invitados.
-Me habÃan hablado muy bien de ti. Pero desde luego se han quedado cortos- sonrió después de exponer uno de los puntos de su guión ensayado anteriormente.
-Yo nunca habÃa oÃdo hablar de ti- alcé una ceja divertida mientras observaba como su sonrisa se desvanecÃa. Obviamente era mentira. El apellido Spencer era conocido por todo Nueva York. Sinceramente no me importarÃa ser la señora Spencer en un futuro, eso conllevaba joyas, dinero y viajes. Me encantaba viajar, escapar de Nueva York en cualquier momento era la mejor sensación que habÃa recorrido mis venas alguna vez.
-También me habÃan dicho que eras difÃcil de entrar- torció el rostro. Supuse que eso no venÃa de ningún guión. Al igual que advertà que tampoco era un alago. Pero no me importó, porque acababa de ver a Adam atravesar la multitud de gente en dirección a la entrada. Le miré con tristeza, el estaba serio y con la cabeza gacha atravesaba el umbral. Me entraron ganas de llorar y gritar. ¿Por qué me sentÃa tan mal? Al fin y al cabo le habÃa dado lo que él querÃa ¿no?
Era una reina sucia, materialista, superficial y ruin.
Alcé la mirada para encararme a William y en un tono impertinente le dirigà las últimas palabras que cruzarÃamos aquella noche.
-Ahora mismo no tengo tiempo para ti.
Acto seguido me escabullà dejándole allà plantando mientras notaba la penetrante e incrédula mirada de mi madre clavarse en mi nuca. Pero me daba igual, las joyas, el dinero y los viajes podÃan esperar. Adam no. Y si seguÃa con este sentimiento de culpa en el pecho me iba a acabar volviendo loca.
-¡Adam!- alcé la voz por encima de la música e intenté alcanzarle antes de que se adentrase en su limusina - ¡Adam, por favor, espera!
Salà de la mansión dando trompicones. Normalmente me gustaba ser el centro de atención pero en estos momentos preferirÃa haber pasado desapercibida.
Él se giró y esperó a que le alcanzase.
-¿Spencer no te parece aceptable? Cada vez subes más el listón ¿eh?- sonrió
-No seas tonto- reà mientras le propinaba un golpe en el hombro- Quiero hablar de lo de antes. No me siento bien. Es decir- tragué saliva con fuerza- me dijiste que he estado jugando contigo y en un principio era cierto pero nunca he tenido intención de herirte. Porque eres- callé, y sin pensarlo le abracé. El primer abrazo que me agradaba de verdad esta noche, el más sincero- dios eres el mejor amigo que he tenido nunca. Y no quiero perderte…
Entonces Adam me abrazó. Tan tiernamente como hacÃa apenas un rato. En sus brazos me sentÃa bien pero no era donde querrÃa quedarme el resto de mi vida. Nos quedamos asà unos minutos, el mayordomo del joven desviaba la mirada de vez en cuando mientras sostenÃa la puerta del vehÃculo abierta. Miré más allá a tiempo de ver como mi hermana se adentraba por la enorme doble puerta hacia el hall. Me separé de Adam despacio.
-Tengo que irme- sonreà levemente-¿sin rencores?
Él asintió sombrÃo.
Me alejaba cuando escuché la puerta de le limusina cerrarse tras de mÃ. No quise dejarlo escapar con aquella última mirada triste. Giré sobre los talones y llamé a su ventanilla. Tal y como habÃa hecho él aquella tarde. Poco a poco el cristal opaco se fue deslizando hasta desaparecer. Adam fruncÃa el ceño interrogativo. Yo introduje una mano, la apoyé en su barbilla y trayéndolo hacia mà le besé la mejilla.
-Te mereces a alguien que te quiera más que yo- sonreà ampliamente y me volvà a girar despidiéndome con la mano. Estaba de mejor humor ahora que me habÃa disculpado.
Finalmente la corona habÃa caÃdo. Una falsa reina. Mi siguiente prioridad era Lauren.