Capítulo 2- 22 de Junio

 Bueno, aquí os dejo el segundo capítulo de 22 de Junio, siento no tener mucho tiempo para contestar a todos los comentarios, de verdad que me gustaría hacerlo, pero ya me cuesta encontrar tiempo para escribir, ya véis que los capítulos son realmente cortos, pero de verdad que hago lo que puedo. Espero que os guste y lo disfrutéis.
¡Buen Karma!

Capítulo 2- 22 de Junio
Cuando oigo los golpes sordos sobre mi puerta y a mi madre pronunciando mi nombre decido levantarme, miro el despertador que he colocado en la mesilla. Las doce. Me aparto las mantas y miro por la ventana, entonces se me cae el mundo encima, está nublado y hace viento, es decir, nada de playa, almenos hoy.
Camino hasta la maleta a medio deshacer y cojo unos pantalones vaqueros y una camiseta cualquiera, enfurruñada me visto y salgo de la habitación para dirigirme a la cocina. Mi padre está en el salón y mi madre ya está preparando la comida, paso cerca de la mesa y pongo la mano en la puerta de la nevera.
-Ah no-dice mi madre- dentro de poco vamos a comer osea que no se te ocurra coger nada.- Maldigo por lo bajo y me siento en una de las sillas a observar como trabaja mi madre, me parezco a ella, tenemos el mismo pelo castaño/dorado, la misma piel blanca y los ojos marrones, creo que lo único que tengo de mi padre es el carácter.
Al cabo de poco tiempo la comida ya está servida sobre la mesa. Macarrones. Los pincho uno a uno y me los voy metiendo sin mucho ánimo en la boca, pese a que sea mi comida favorita. Nadie dice nada durante toda la comida, y nadie toma postre. Finalmente mi padre habla:
-Nora, tenemos una sorpresa.-Yo alzo una ceja, la última vez que dijo eso acabé aquí. Sin decir nada más se levanta y va hacia la puerta, mi madre y yo lo seguimos, los tres bajamos las escaleras y salimos a la calzada.
Fuera hay una flamante Vespa roja, limpia y reluciente, mi Vespa.
-¡¿Pero que?!-Digo, acercándome a ella.
-Mandamos que te la trajeran en camión cuando vimos lo disgustada que estabas.-Yo les sonrío, quizá debería darle una oportunidad a estas vacaciones, almenos parece que ellos lo están intentando.
-Muchas gracias.-Mi padre me tiende las llaves y yo corro de vuelta hacia el asiento de mi moto para sacar el casco, ponérmelo y, sin necesidad de decir nada más, montarme en ella e irme.
Durante tres horas doy vueltas por la ciudad, explorando sus cortas carreteras, haciéndome al sitio. Mis padres saben lo mucho que me encanta montar en la Vespa, en mi ciudad muchas veces me dedico a eso, simplemente a dar vueltas con ella, miro el reloj, ya me he cansado. Entonces se me ocurre algo.
Después de dar un par de vueltas estúpidas encuentro el camino hacia la muralla a la que fui el dia anterior. Me bajo de la moto y subo las escaleras, nada más llegar al punto donde me encontraba ayer busco al chico con la mirada, no está. Me quedo de pie y espero, espero diez, quince y veinte minutos, hasta que me doy cuenta de que parezco imbécil, ¿qué esperaba? ¿que él fuese de nuevo allí para verme? pues no iba a ser así. Soy una tonta, apoyo las manos sobre una de las piedras y bajo la cabeza y entonces veo unos garabatos escritos con permanente.
"Carmen eres mi vida, te querré siempre". Típico, pienso, sigo leyendo, hasta que uno escrito con otra piedra me llama enormemente la atención.
"Espero que volvamos a vernos, Nora."
Adrián.
Adrián, así se llama. Levanto la cabeza, el corazón me late a mil por hora y sonrío como una idiota, él a estado ahí de nuevo, y a pensado en mí. Bajo de nuevo las escaleras y me monto en la moto.
De camino a casa pienso en él, es un estupidez y lo se, pero el hecho de que un chico así se acuerde de mí y quiera volver a verme es... antes de pensar en lo que es el indicador de la Vespa me indica que o encuentro una gasolinera o voy a tener que volver a casa empujándola. Parece que mamá y papá se han tomado las molestias de traerla, pero no de llenarle el depósito. Entonces recuerdo la gasolinera que había cerca de ahí y pongo rumbo a ella.
En menos de cinco minutos ya estoy ahí, dejo la moto en frente del dispersador y me bajo, meto el dinero en la máquina y cojo la manguera, entonces me doy cuenta de que no se como usarla, me quedo en medio de la gasolinera sin saber que hacer, intendo averiguar como funciona ese sistema, pero no hay manera, me desespero y me doy con la cabeza en la máquina.
-¿Necesitas ayuda?-Me dicen por detrás, y cuando me giro los colores se me suben a la cara, Adrián está delante de mí, con esa media sonrisa que ya me es tan familiar. Intento parecer calmada.
-¿Trabajas aquí?-Pregunto, y, de nuevo, me doy cuenta de que es una pregunta estúpida.
-Así es.-Sonríe.-¿Te ayudo?
-Sí, por favor, ¿podrías llenarme el depósito?
-Eso está hecho.-Agarra la manguera que sostengo en la mano y con agilidad consigue hacerla encajar en la boca del depósito de mi Vespa, yo le observo y él alza la vista, por un momento pienso en apartarla, pero le mantengo la mirada, sonríe y saca la manguera.
-Listo.
-Gracias, Adrián.-Su sonrisa se hace más ancha, dándose cuenta de que he visto su mensaje en la roca. Antes de que tenga oportunidad de decir nada más me subo a la moto, la arranco y me voy, siendo, por una vez, la que se marche, la que se hace la interesante y la difícil.
Dos calles más adelante es cuando me doy cuenta de que no sabe donde vivo, no tiene mi número y lo único que nos conecta es una roca y una gasolinera. Soy idiota.