¡De vuelta!

Buenas! Siento mucho este tiempo en el que no he subido capítulos ni he hecho nada, pero ya sabeis entre exámenes y cosas varias una no puede con todo. Siento decir que por falta de tiempo tengo que cancelar el concurso. Pero para compensaros hoy voy a subir un capitulo de Secretos a Gritos y otro de A Dos Pasos del Infierno y mañana un premio por los 100 seguidores y el segundo capitulo de Adagio.

Ademas el capitulo de Secretos a Gritos de hoy es especial, por que se lo quiero dedicar a alguien muy especial, por que no me basta con que sepa algunas cosas que solo esa persona sabe, quiero que lo sepa todo el mundo.
¡Disfrutadlo y buen karma!


Secretos A Gritos- Capitulo 7
Es sábado por la mañana, muy por la mañana, y estoy con un libro entre las manos, pero por alguna razón no puedo concentrarme en la historia. Dejo el libro sobre la mesilla de noche y pienso, últimamente no paso tanto tiempo con Ali como me gustaría, sí nos vemos en clase y quedamos muchos viernes, pero siempre con Andreu y Jesper, y es que echo de menos esas tardes en las que nos dedicábamos a no hacer nada o a comer palomitas hasta reventar mientras veíamos películas tan mala que ni siquiera se merecerían nuestros premios de las ocho mierdas.
La echo de menos, había momentos en los que no necesitábamos decirnos nada para comunicarnos, y aparte de Jesper hay algo más que nos ha separado, puede que fuera Marina, hubo un tiempo en el que pasaba la mayor parte del tiempo con ella, pero Ali es demasiado importante como para dejar eso en un simple pensamiento.
Me encantaría decirle cuanto la echo de menos, pero estas cosas se me dan de pena y acabo siendo una pesada o una penosa. Me como los sesos pensando en una solución, cuando se me ocurre algo, no es nada muy especial, pero algo es algo.
Miro el reloj, las nueve y media, me va a matar, pero no puedo esperar, agarro el móvil y escribo un mensaje:
Buenos días, si estás despierta atenta: esta noche en mi casa, peli, palomitas, chuches y chorradas variadas, sin excusas, ok? Y si estabas dormida…haber apagado el móvil.
Acompaño el mensaje con una carita sacando la lengua y lo envio, espero un par de minutos hasta que el móvil vuelve a vibrar, un mensaje nuevo recibido.
¿¡Pero tu te has vuelto loca!? ¿¡No sabes que hora es!? ¡Si aun no soy ni persona! Bueno, en fin, será mejor que nos veamos esta noche antes de que me la sigas torrando y acabe por perder el sueño…
El mensaje acaba con un corazón, bloqueo el móvil y sonrío. Ahora tengo que pensar como me deshago de mis padres.
Me deshago de las sábanas y corro a la cocina. Ya puedo oler el olor a café de vainilla desde el pasillo.
-¡Buenos días!-Grito, mi padre se sobresalta y casi se atraganta con la galleta que estaba comiendo mientras mi madre se gira con una sonrisa.
-Buenos días, que pronto te has levantado hoy, ¿no?
-Sí.-Contesto mientras tomo asiento y empiezo a comer galletas.-Por cierto hoy vendrá Ali a dormir.
-A pues perfecto por que nosotros tenemos cena con los padres y un amiguito de tu hermano.
-Ah pues sí, perfecto.-Sonrío y cojo otra galleta, hoy es mi día de suerte.

¡Ding dong!
-¡Ya voooy!-Corro por el pasillo y abro la puerta.
-Buenaaas.-Ali me da dos besos y entra en mi casa, lleva sus acostumbrados pantalones vaqueros y una cazadora de cuero, la que le compré por su cumpleaños el año pasado.
-¿Qué vamos a hacer?-Pregunta Ali sonriendo mientras entra en mi habitación y deja la mochila encima de mi cama.
-Pues acabo de hacer una pizza en el horno y he alquilado las dos pelis mas chorras que tenían en el videoclub.
-¡Perfecto!
Ya vamos por casi el final de la peli y nos hemos acabado la pizza y dos boles de palomitas saladas mientras decidíamos si darle a la peli el premio de las ocho mierdas a la peli mas bodrio o a la peli que más rápido te hace caer dormido, finalmente votamos por la primera propuesta.
Cuando la peli acaba y nosotras acabamos de reírnos por el último comentario que hemos hecho apago la tele. Me armo de valor y empiezo a recitar las palabras que he ensayado mentalmente durante todo el día.
-Ali, hay una razón por la que quería que vinieras hoy.-Mi amiga se gira en el sofá para estar cara a cara y asiente, animándome a que siga.-Como supongo tu también habrás notado algo ha cambiado entre nosotras, ya no estamos tan unidas.- Ali asiente de nuevo- Y es que eso no me mola nada. Supongo que lo que esperas ahora es que te diga que quiero que todo vuelva a ser como antes y todo eso, y es que es verdad, y supongo que también esperas que diga que lo eres todo para mí, que también es verdad, pero eso lo dice ya demasiada gente, y eso quita valor a mis palabras, asi que lo probaré de otra forma.
<<Cuando te conocí estaba en una burbujita, bueno, más que eso, en un agujero, y muy perdida, lo había pasado muy mal y no sabía en quien confiar, y entonces llegaste tú con tus insultos cariñosos y tu sonrisa pegadiza y de forma increíble me fui recuperando pedazo a pedazo, fue un cambio increíble, mis padres creían que había empezado a fumar porros.
Una pausa y ambas reímos.
-Lo que quiero decir, es que no quiero que dejemos que todo lo que un día dijimos se quede en el aire, que sean solo palabras, se que a veces no muestro mucho mis emociones o no dejo ver lo que pienso, pero ya sabes que a mi estas cosas se me dan fatal. Y es que si hace falta que te espere con la mochila, la otra mochila de gimnasia, el cartapacio y la chaqueta en la mano delante de la puerta todas las horas y todos los días lo haré.
<<Y si me tengo que escapar de casa una noche a las tres de la mañana para ir a la tuya por que no puedes dormir y te aburres lo haré, por lo que quiero es tener ciento diez años y abrir un álbum con fotos y ver una juntas y que se me caigan las lágrimas de felicidad al recordar los buenos momentos que vivimos.
<<Bueno, y eso es todo, aquí acaba mi discurso.
En ese momento bajo la cabeza y una lágrima mancha la palma de mi mano, y cuando la vuelvo a alzar veo la cara de mi mejor amiga, también con una lágrima cruzándole el rostro, y ambas no podemos evitar abrazarnos y llorar como magdalenas.

A Dos Pasos del Infierno- Capitulo 8
-Te lo prometo, eres insoportable.-Sandro acababa de cerrar la enorme puerta a sus espaldas y me miraba con los ojos entrecerrados. Celestina nos había echado con estas palabras: “Iros antes de que coja al angelito y le arranque las alas pluma por pluma”.
-Oh, vamos, ha sido divertido.-Le contesté, riendo a carcajadas mientras él me taladraba con la mirada. Al cabo de un par de minutos decidí serenarme.-Ahora vámonos antes de que recuerde que no nos ha cobrado.-Me di la vuelta y empecé a caminar.
-A no, esta vez me toca a mí.-Me detuve y lo miré por encima del hombro, Sandro estaba de pie en medio de una calle, con los brazos cruzados y una ceja enarcada.
-Esta bien.-Dije, dándome la vuelta del todo.-¿Dónde vamos?-Sandro miró a un lado y al otro, evaluando los alrededores hasta que dio con lo que estaba buscando.
-Espera un momento.-Pasó a mi lado y desapareció en el interior de una tienda de deportes pequeña situada en una esquina.
Pasaban los minutos y Sandro no salía de la tienda. Me senté en los escalones del portal que estaba al lado del comercio.
Estaba barajando la posibilidad de levantarme y entrar en la tienda cuando mi vinculante salió por la puerta.
-¡Por fin!-dije mientras me levantaba y me sacudía los pantalones-¿dónde vamos?-Fruncí el ceño en cuanto vi lo que Sandro sujetaba en la mano izquierda, un skate.
-Al centro, sígueme-puso el skate bajo su pie izquierdo y me miró con una media sonrisa en el rostro-si puedes.
Tan pronto como pronunció esas dos palabras subió el otro pie a la tabla y salió disparado. Tardé varias centésimas de segundo en reaccionar, pero en cuanto lo hice comencé a correr en su misma dirección. Al pasar un par de calles llegamos a una avenida llena de gente, pero, como siempre, los humanos estaban demasiado dormidos como para vernos. Lo que me parecía increíble era que él pudiera ir tan rápido con esa cosa.
Ambos nos deslizábamos por las calles cuando vi como Sandro se precipitaba hacia un banco de metal que se interponía en su camino, iba a cerrar los ojos para no ver como se daba de bruces contra el suelo, pero no me dio tiempo, Sandro alzó los pies por encima del banco.
Cuando ya estaba con la tabla de nuevo en el suelo Sandro se giró para dedicarme una mueca poniendo los ojos bizcos y sacando la lengua, reí para mí misma y aceleré el ritmo al ver que Sandro se impulsaba con el pie derecho para acelerar el suyo.
Las siluetas de mi alrededor se convirtieron en borrones sin que yo me diera cuenta. Me centraba en la cada vez más cercana silueta del ángel, sonreí cuando casi creía que lo tenía cuando… lo perdí.
Me detuve en seco y miré a un lado y al otro, Sandro no estaba, miré al cielo pensando que tal vez había alzado el vuelo cuando oí un silbido en mi oreja, a mis espaldas.
-Gané.
Me giré y observé el rostro sonriente de Sandro a pocos centímetros del mío, mostrando esa sonrisa de labios torcidos.
-¿La revancha?-Dije, alzando una ceja, desafiante.
-Claro-contestó-pero no hoy.-Sin más añadidos se giró y se encaminó hacia una pequeña casita situada a nuestra derecha, subió los peldaños de la pequeña escalera y llamó a la puerta, estaba abierta.
Sandro me miraba mientras yo observaba la puerta como si fuera una especia de animal que nunca hubiera visto y supo lo que yo estaba pensando, que probablemente era una trampa.
Antes este hecho, sonrió ampliamente y empujó la puerta para internarse en la casa.
El interior no era nada del otro mundo, al otro lado de la puerta había un pequeño recibidor con muebles antiguos y algunas fotos de familia, pero lo que me llamó más la atención fue el escalofrío que sentí al traspasar la puerta, fue como si un cubito de hielo me recorriera todo el cuerpo, me sacudí y continué andando detrás de Sandro, alerta.
Antes de que pudiéramos llegar al salón un hombre de estatura media, todo vestido de negro se interpuso en nuestro camino, con una sorpresa en el rostro.
-¿Sandro?¿De verdad eres tú?
-El mismo.-Sandro le extendió la mano a aquel hombre de cabello negro y ojos castaños, pero éste la rechazó y envolvió al ángel en un cálido abrazo.
-Carina éste es Jean-Baptiste.-El hombre inclinó la cabeza a modo de saludo y yo le correspondí con una sonrisa que intentaba ser agradable, pero fue cuando levantó la cabeza cuando fe fijé en su cuello, una banda blanca lo recorría y lo envolvía, un alzacuellos, alcé la vista y observé como un crucifijo adornaba la pared del fondo de la sala, aquel hombre era un cura, y aquella casa un iglesia.
Empecé a notar escalofríos por todo el cuerpo y se me creó un nudo en el estómago, la expresión de Jean-Baptiste cambió repentinamente.
-Sandro, ella es…-comenzó a decir.
-Lo es.
-¿Y cómo se te ocurre traerla aquí?
No llegué a escuchar la respuesta de Sandro ya que después de aquellas palabras simplemente me desmallé.
Cuando abrí los ojos estaba tumbada en un sofá, bastante incómodo la verdad, y Sandro y JB, como decidí llamarlo jocosamente, estaban sentados en el sofá de enfrente.
-Buenas, Bella Durmiente.-Dijo Sandro, sonriendo de oreja a oreja.
-Esto es increíble, la mayoría de los demonios convulsionan y gritan durante días y días, pero tú solo te has desmayado un par de horas.-Dijo JB mientras yo me incorporaba a duras penas.
-¿Cómo sabe qué soy?-Pregunté mientras me llevaba la mano a la cabeza.
-Jean-Baptiste tiene un don especial.-Dijo Sandro antes de que el cura pudiera contestar, después de eso se hizo un silencio incómodo.
-Bueno,-comenzó JB-ahora que los dos estáis conscientes, ¿podríais explicarme que hacéis aquí?¿juntos?
Después de otro silencio Sandro comenzó a relatarle a JB nuestra situación, nuestras constantes batallas, los primeros malestares, el descubrimiento de nuestra maldición, la recopilación de información y acabando con un ingenioso ¿y bien?
-¿Y bien qué?-Contestó JB.-¿Qué quieres que haga yo?
-Pues no se, lo que sea.-Contestó el ángel.
-Yo solo soy un simple mundano, no puedo ayudaros con esto.-Aquel cura no me gustaba un pelo, para empezar tenía nombre de alcohol, segundo le daba totalmente igual tener un demonio en casa y para terminar le hablaba con insolencia a un ser celestial, aunque, dado que se trataba de Sandro, lo comprendía perfectamente.
-Pero yo te vi hacer aquello.-Dijo Sandro.
-Aquello lo hice a base de fe, Sand, lo vuestro es mucho más grave.-Sandro bufó y apoyó la cara sobre sus manos, como un niño de cinco años. Yo aún tenía un nudo en el estómago así que me puse en pie.
-Pues si no puede ayudarnos, vámonos.-Anuncié, mirando a Sandro y esperando que el también se levantase.
-Lo siento, cielito, pero estoy agotado, ¿qué te parece si nos quedamos a pasar la noche?
-Pues va a ser que no.-Dije, firme.-Nos vamos.
-Inténtalo.-Sandro me guiñó un ojo. Yo, decidida caminé por el pequeño pasillo hasta la puerta de la casita, la abrí y salí fuera, estaba todo oscuro y por lo tapada que iba la gente parecía que hacía frío, miré a la puerta cerrada y le saqué la lengua a Sandro, a sabiendas de que seguía en el interior. Empecé a caminar, pero en cuanto di un par de pasos, algo me detuvo, pero no sabía lo que era, por que no podía verlo, era como un muro invisible, algo que me impedía seguir caminando.
-¡No puedes seguir!-Oí la voz de Sandro a mis espaldas y me di la vuelta, allí estaba él, apoyado en el marco de la puerta y con la cabeza de JB asomando por encima de su hombro.
Volví sobre mis pasos, enfurecida, hasta los escalones de la casa.
-¿Por qué no puedo seguir?
-¿No te lo había dicho? Resulta que Kenza me dijo que cuánto más se desarrollara la maldición menos podíamos separarnos, entiéndelo, por eso se llama “maldición vinculada”.
-¡¿Qué?!-Me sentía a punto de explotar, quería arrancarle la cabeza a Sandro y jugar con ella al baloncesto mientras veía como él se reía a mi costa. Al final me serené y volví a entrar en aquella escalofriante casa.

Debían de ser las cuatro de la mañana dada la posición de la luna, el tejado de la casa de JB no estaba muy alto así que decidí acomodarme allí para pasar la noche.
Mientras pensaba en nada en particular escuché un rudillo que provenía de la trampilla por la que había accedido al tejado.
-¿Qué haces aquí?-Dije, sin girarme ya que sabía perfectamente quien era mi acompañante.
-No podía dormir, ¿y tú?-Sandro se acercó y se sentó a mi lado.
-Tampoco, y aunque pudiese no lo haría ahí metida.-Sandro rio por lo bajo y después alzó la cabeza para observar el cielo nocturno.
En ese momento no pude evitar estudiar su rostro, iluminado por la luz de la luna y las estrellas, era una tentación para cualquiera, en cuanto pensé eso sacudí la cabeza.
-Sandro.-El aludido giró la cabeza y me miró a los ojos.-¿Por qué nunca te has cambiado el nombre?
Esperaba que se riera, o que al menos sonriera, pero no, simplemente se quedó en silencio, demasiado tiempo, muy serio.
-Por una chica.-Dijo al fin, no pude evitar sorprenderme, si me lo hubiera dicho hace un par de días o incluso un par de horas antes me habría reído, pero después de verle sopesar tanto la respuesta y la seriedad con que lo dijo no era capaz.
-¿Una chica?-Pregunté, sin esconder mi sorpresa.
-Sí, pero, lo nuestro era imposible.
-¿Por qué? ¿Era de un estamento menor o algo así?
-No.
-¿Entonces?-No sabía porque, pero necesitaba saber los detalles de esa historia.
-Ella era humana.
Ahogué un exclamación, no podía ser cierto, Sandro, ¿enamorado de una humana? Imposible.
-No lo puedo creer.
-Pues así es.-Sandro alzó la cabeza de nuevo y habló serio aún, como si hablara consigo mismo.-Ella no era una humana cualquiera, me hacía sentir cosas que nunca sospeché que sentiría, creía que si lo intentaba podríamos estar juntos para siempre, pero no lo conseguí, no recuerdo ni como era, ni siquiera como se llamaba.-Mientras lo decía observé como una lágrima huía de su rostro, y esa imagen, me hizo sentir algo extraño, algo nuevo, tristeza.
-¿Qué pasó?-Sandro pareció recomponerse.
-Tampoco lo recuerdo, se que algo hizo que nos separásemos, algo muy fuerte, algo que fue muy duro para ambos de asimilar, pero no recuerdo el que, simplemente, no recuerdo nada. Lo único que tengo que ha hecho que no pueda olvidar su existencia es esto.-Sandro se metió la mano por el cuello de la camisa y sacó un medallón de oro, con decorados ensortijados preciosos, de esos medallones que se abren, el cierre era una pequeña ala de ángel muy trabajada.-Me lo dio ella para que nunca la olvidase.
La historia del ángel me dejó con la esencia en los pies, era extraño que algo me hiciera sentir así, eso era más cosa de ángeles, en teoría tendría que estar muriéndome de la risa, pero me odiaría a mi misma si lo hubiera hecho.
-Bueno, será mejor que durmamos.-Dijo el ángel, yo asentí y ambos nos acomodamos sobre las tejas negras.
-Pero, Sandro.
-¿Si?-Contestó, sin moverse.
-¿Qué tiene que ver la historia con lo de cambiarse el nombre?-Aun sin moverse, notando su espalda contra la mía, Sandro contestó:
-No me he cambiado el nombre con la esperanza de que algún día ella me encuentre.
Una lágrima corrió por mi mejilla.
 



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3 comentarios:

  1. ¡buaaa! no me lo puedo creer! Sandro enamorado de una humana?? uff, ya es demasiado!!!
    espero que hayas tenido suerte con los exámenes, esperaré el siguiente capítulo con muchísimas ganas. ^^
    por cierto, tienes el 8º capítulo de Atrapada en mi blog, por si quieres leerlo ;)
    un beso!

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  2. que bueno que volviste, ya me temia lo peor!!

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  3. Me ha encantado las dos historias :)
    Ahora continuaré leyendo ;)
    Besoss

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