Capítulo 10- A Dos Pasos del Infierno

Entrada rapidísima, solo quería desearos un buen comienzo de semana y dejaros el siguiente capítulo de A Dos Pasos del Infierno.
¡Buen Karma! :)






Capitulo 10- A Dos Pasos del Infierno
-¿Cuál es?- Dije, examinando las casas de vistosos colores.
-El número siete.-Contestó Sandro. Lo miré mientras caminábamos por la estrecha calle y no podía evitar odiarme por lo que se me había ocurrido pensar hacía solo unos minutos, de verdad pensé que iba a sucumbir en esas milésimas de segundo en las que los labios de Sandro estuvieron peligrosamente cerca de los míos.-Es aquí.
La voz de Sandro me sacó de mis pensamientos antes de que el recuerdo pudiese llegar más lejos. Me detuve y observé el pequeño adosado; a simple vista era como todos los demás, las paredes eran de un color salmón claro y las ventanas estaban cubiertas por contraventanas y en la parte trasera había un pequeño jardín. Pero esa casa tenía algo diferente, no sabría decir el que, lo único que podría decir es que me transmitía una sensación extraña.
-Vamos.- Sandro empezó a subir la escalinata con aires confiados, pero algo me decía que él también sentía esa sensación en el estómago, al fin y al cabo, ninguno de los dos sabíamos con qué nos íbamos a encontrar.
El ángel llamó a la puerta con los nudillos tres veces, nadie abrió, y yo me hice paso por delante de mi vinculante.
-En el siglo XXI la gente llama al timbre.- Sandro se hizo a un lado mientras me hacía una mueca y yo alcanzaba el pequeño botón que produjo un sonido chirriante. De nuevo no hubo respuesta.
-Ya veo.- Asintió Sandro, alzando las cejas en forma de reproche.
-No debe de estar en casa.- Dije.
-¿Qué hacemos ahora?- Miré hacia la calle, había perdido la cuenta de los días que llevaba vistiendo la misma ropa y mi pelo empezaba a desprender un olor poco agradable. Me giré hacia Sandro, él tampoco tenía mejor aspecto.
-Vamos a mi casa.- Propuse.
-Oh, que atrevida.- El ángel mostró una expresión sugerente mientras yo hacía caso omiso de su comentario.
-Necesito coger un par de cosas y a ti no te vendría mal un chorro de agua fría.
-Puedes dármelo tú, si quieres.- Sandro me guiñó un ojo y acto seguido mi mano salió disparada contra su nuca.
-Cállate y vamos.- Me giré para llegar de nuevo hasta la acera y miré a un lado y a otro, asegurándome de que nadie podría vernos alzar el vuelo.
-Sé que no te me puedes resistir.- Puse los ojos en blanco y desplegué las alas.

Tardamos media hora en llegar a Picadilly y casi tuvimos que tirar la puerta de mi apartamento por que yo había sido tan inteligente de perder las llaves. La casa estaba tal y como yo la había dejado, era como si no me hubiese ido.
-mmm… que decoración tan…curiosa.- Afirmó Sandro mientras examinaba el libro todavía incrustado en la pared.
-No toques nada o tú quedarás igual.- Sandro no hizo caso de mi comentario y se tiró encima del sofá, estirándose y ocupándolo entero.
-Estoy hecho polvo.- Dijo mientras bostezaba.
-¿Polvo? ¡Pero si perdiste la revancha y no has hecho nada en todo el día!- Exclamé, pero en cuanto me di la vuelta Sandro tenía los ojos cerrados y su respiración se había vuelto acompasada. Suspiré, bueno, al menos así se mantendría callado.
Caminé hacia el cuarto de baño y encendí la luz , acto seguido me acerqué a la ducha y abrí el agua caliente. Mientras escuchaba el sonido del agua cayendo empecé a quitarme la ropa. Me puse frente al chorro de agua y la probé mojando la punta del dedo gordo del pie, estaba perfecta. Poco a poco fui mojándome el cuerpo hasta estar completamente bajo el chorro. Inmediatamente noté como todos los músculos que ni sabía que tenía tensos se relajaban de golpe y como se abrían los poros de mi cuerpo, haciendo que la respiración resultara más fácil.
Pero lo minutos de gloria tuvieron que acabar, salí de la ducha y me enrollé una toalla alrededor del cuerpo, me acerqué con los pies mojados hacia la puerta y salí al pasillo. La casa estaba iluminada por la luz de la última hora de la tarde, sin mirar siquiera hacia el salón me introduje rápidamente en mi habitación, donde empecé a rebuscar entre mi ropa con la intención de encontrar algo que ponerme.
-Huy, que sexy.- Me giré rápidamente y vi a Sandro en el umbral de la puerta, examinándome de arriba abajo con una sonrisa torcida en el rostro.
-¡Imbécil!- Le grité, y sin dudarlo agarré un zapato de tacón del interior del armario y se lo lancé al descarado ángel. Sandro esquivó el proyectil de forma sobrehumana y a continuación soltó una carcajada.
-Buen tiro.-Admitió.
-Lárgate o lo próximo que te lanzaré te aseguro que no lo podrás esquivar.
-Nos ha sentado mal la ducha, ¿eh?- En cuanto lo dijo le solté un gruñido y Sandro huyó de la habitación riendo.
Mientras ese entrometido que se hacía llamar Sandro acababa de ducharse yo aproveché para guardar algunas cosas en la mochila, ya que no sabía cuándo volvería a casa. Cogí el paquete de tabaco, el neceser, el móvil… me detuve con los brazos en jarras pensando que más me podía llevar cuando vi el libro sin título sobre la mesilla de noche, me acerqué y lo cogí, no sabía porque pero le tenía aprecio a ese extraño libro.
-Yo ya estoy listo.- Dijo Sandro mientras entraba en la habitación, vistiendo aún la misma ropa, y mientras se acercaba a mí.- Y veo que tú ya estás vestida.
Le di un empujón para apartarle de mi camino y me acerqué hasta la mochila para guardar el libro y después cargármela al hombro.

Ding dong…
Era la cuarta vez que llamábamos y seguía sin haber respuesta.
-Yo voto por tirar la puerta abajo.- Dijo Sandro, yo suspiré con frustración y opté por sentarme en la escalinata de piedra. Sandro se sentó a mi lado mientras yo abría la mochila.
-Creo que como no encontremos pronto al desgraciado que nos maldijo me volveré loco.- El ángel se pasaba la mano por los cabellos y yo buscaba de forma frenética el paquete de tabaco. Cuando lo encontré saqué un cigarrillo y me lo llevé a los labios, acto seguido agarré el mechero, no se encendía y yo me ponía más histérica por momentos.
En ese momento Sandro puso la manos sobre la mía y me miró a los ojos, sonriendo, pero esta vez no era una sonrisa burlona, si no… tranquilizadora. Lo curioso es que consiguió que me calmase, tanto que dejé de intentar encender el mechero y el ángel acercó sus labios a mi oreja, el pulso se me aceleró, notaba su aliento en mi cuello.
-¿No sabes que fumar es malo?- Susurró, entonces puse los ojos en blanco y lo aparté de un empujón mientras se reía.
Y, sin que me diera tiempo a reaccionar, observé como una espada demoníaca atravesaba el pecho del ángel.
Sandro gritó.
Horrorizada vi como la sangre empañaba la camiseta de mi vinculante y alcé los ojos para mirar con odio a quien se hubiera atrevido a hacer aquello.
Los ojos de Ellery me devolvieron la mirada.

CONVERSATION

5 comentarios:

  1. QUE!!! No no no n no no como mates a sandro la siguiente en morir seras tu y no quiero matarte porque no, me caes demasiado bien para matarte asique qeu sandro siga vivito el demonio tambien que se besen se rompa la maldita maldicion y todos felices sobre todo yo asique sube mas o el infarto que me dara sera tan increiblemente grande que tendras que venir a mi entierro
    besitos de paranoica y obsesiva por dpi

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  2. Odiosmio!
    pero como osas dejarnos así?
    aaaaaaaah el corazon me acelereba cuando he leido lo de sandro O_O!!!

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  3. aahhhhhhhhhhhhhhahhhhhhhhhhhhhhhhhhh pero k has hecho!!!!! sandro ha de vivirrrrrrrr!!!! o pones el siguiente ya o me uno a la iniciativa de lydia!!!! dios mio como puedes dejarnos asi??? Me va a dar un ataque al corazon!!!!!

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  4. Hola, me encanta este Blog, me gustan todos los que haces, pero este y Alma con Arte en especial :)
    ¡Gracias por seguirme!

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  5. .........
    ok, menos mal que estoy viendo el siguiente capitulo arriba. sino una chica de cabello marron corto y blanca como un fastama abriria tu puerta y te obligaria a escribir, osea yo.
    y no me preguntes como llego a tu pais, pero lo haria.

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